Centrados exclusivamente en nuestros problemas, no nos damos cuenta de lo que está sucediendo en el mundo. Donde el mal avanza.
por Marco Invernizzi
Mientras en Italia (y en Europa) seguimos hablando casi exclusivamente del Green Pass, suceden cosas en el mundo que tendrán graves consecuencias para toda la humanidad. Hoy me refiero a lo que está sucediendo en Afganistán tras la retirada de las tropas occidentales, que ya casi se ha completado. Los talibanes ya han reconquistado las capitales de varias provincias y están a la ofensiva en todo el país. No indico los números porque cambian de un día para otro y todos están a favor de los terroristas, que lamentablemente se están preparando para volver al poder.
Durante décadas hemos sido testigos de un debate estresante sobre la legalidad de la guerra. Dejo fuera los aspectos ideológicos, que se desacreditan por sí mismos. La guerra es siempre y en todo caso una consecuencia del pecado original, pero puede ser necesaria y un deber.
La guerra en los tiempos modernos es aún más problemática por la destrucción física y psicológica que conlleva, afectando a toda la población y no solo a los combatientes. Por eso, el Magisterio nos invitó con razón a no considerar nunca, en el contexto actual, la guerra como una solución. Sin embargo, en este caso concreto, la solución no puede ser abandonar al pueblo afgano a su suerte, que será la terrible suerte de la dominación de los talibanes. Occidente pasó veinte años en Afganistán, entrenó a las tropas gubernamentales y luego se retiró cuando estas últimas aún no estaban preparadas para defender al país del regreso de los talibanes.
¿Tiene sentido todo esto? ¿Es el amor a la paz, o simplemente la cobardía de aquellos gobernantes que prefieren sus propios intereses electorales, que podrían verse comprometidos por una guerra de apoyo al pueblo afgano, costosa en términos económicos y sobre todo en vidas humanas, además sin ser percibida como moralmente obligatoria por una opinión pública internacional distraída por la COVID-19 y centrada exclusivamente en sus propios problemas?
Creo que la retirada no es una solución moralmente aceptable. Cuáles son las mejores alternativas no puedo decir, porque no tengo las habilidades, pero agregaría que somos cristianos y tenemos la oportunidad de demostrar que cuidamos a los pueblos como tales, sin importar la religión a la que pertenezcan. Cuando el comandante Masud (Ahmad Shah, 1953-2001), el héroe de la primera resistencia antisoviética y luego antitalibán, llegó a Europa para pedir ayuda, en 2001, unos meses antes de ser asesinado por terroristas de Al-Qaeda, no encontró mucha solidaridad. Luego, durante veinte años, Occidente ilusionó a quienes en Afganistán no querían la dominación de los talibanes y ahora los está abandonando, retirándose y llevándose consigo a los afganos que habían colaborado con los occidentales para garantizar su seguridad frente a las represalias de los talibanes. No me parece un gran testimonio, ni de fe, ni de civilización.
Jueves, 12 de agosto de 2021